martes, 22 de marzo de 2011

Incluso Nietzsche lo dijo

Con la fama que tiene de tipo brusco y sarcástico, de hombre tan intratable como boscoso era su pedazo de bigote.
Cuando fue adulto y se vio en una posición económica desahogada, compró una lápida para la tumba de su padre, muerto durante su infancia y al que, por tanto, apenas había conocido. Citando la Carta a los corintios, incluso Nietzsche lo dijo, lo hizo grabar en la tumba de su padre:
"El amor nunca muere".

lunes, 7 de marzo de 2011

Feliz día de la mujer trabajadora


El título va sin ironía. En serio: Mr. Brown desea a las damas no sólo un buen día, sino un día que sirva para aprender de las experiencias de lucha pasadas y presentes de tantas mujeres en busca de la autoliberación y, sobre todo, recargarse de ganas y preparar análisis, tácticas, acciones, actitudes.
Se conmemora el 8 de marzo porque, tras varios años en otras fechas, o en diferentes fechas según el país, así lo empezó a convocar la Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, que es quien empezó con todo esto, le pique a quien le pique... en todo caso, el día es lo de menos y, claro, queda en agua de borrajas si no se hace lo mismo los otros 365 (por aquello de que 2012 será bisiesto) que vendrán antes del próximo 8 de marzo. A los partidos políticos, burocracias sindicales y demás elementos siniestros que aprovechan este día para ondear banderitas que cogerán polvo los próximos doce meses, dos palabras: hasta nunca.
Y ahora sí viene la parte mordaz de esta entrada, por lo que, como aquel rey de Alicia en el país de las maravillas, empecemos por el principio, sigamos por la continuación y acabemos con el final: esa liberación de la mujer que, dicen, ya ha ocurrido es una filfa, más que otra cosa. Se supone, señoras y señoritas, que a lo largo del siglo XX (sobre todo, su segunda mitad) y lo que llevamos del XXI habéis avanzado un montón en vuestra posición social y no hay más que echar un vistazo a cómo estaban las cosas antes y cómo están ahora. A mí, el vistazo ese me da la impresión, grosso modo, de que se os ha permitido copiar un montón de cosas que eran tradicionalmente masculinas, con lo cual, además de tener los problemas propios de ser humanas y los que puedan derivarse de vuestros roles o naturaleza femeninos o de la discriminación heredada (menos puestos de trabajo, peor pagados, más frecuente acoso sexual, más frecuente violencia, en general), os veis tan pringadas como nosotros en:
· el trabajo asalariado, “adiós” a aquel sistema en que teníais que depender de vuestros maridos o padres, “hola, ¿qué tal?” a un sistema en que podéis dejar de hacerlo en el momento en que encontréis una empresa o institución de la que depender (también se puede ser autónoma, pero dependerás del mismo mercado que l@s demás, pagarás a la Seguridad Social una cotización del carajo de la vela y ya veremos para cuántos autónomos hay hueco en el mercado)... por no hablar de que el trabajo doméstico sigue muy mal repartido y por eso la madre de Mr. Brown fue la primera que le habló del tongo de la presunta "liberación" y por eso, como por todo lo demás, ella es la primera felicitada y homenajeada en este escrito;
· el derecho a votar y ser votada, ahora ya sabéis lo que es meter un papel en una caja de cristal un día determinado y, durante los 1.460 días siguientes, ver cómo el tarugo/a elegido/a y un montón de los de su ralea se dedican a lanzarse mensajes mediocres, vender licencias urbanísticas al mejor postor, decidir sobre nuestras vidas en función de sus intereses o de lo que se haya hecho siempre y a hacer lo que sea para conseguir tu voto, de manera que el (aburrido) circo pueda seguir, sin que puedas hacer nada para que cumpla lo que prometió o deje de llevarse, por hacer eso, un dinero que no vas a cobrar en tu p**a vida;
· la entrada (y cada vez mayor) en las Fuerzas Armadas, ahora ya podéis ir a sitios que quizá ni sabíais que existían a hacer, a punta de fusil/tanque/etc., lo que ya hace gente de organizaciones de ayuda a la cooperación, pero soliviantando a la gente (¿alguien dijo “soberanía”? ¿lo que estaba bien cuando se hacía aquí con Napoleón está mal cuando se hace en Afganistán hoy día?) y teniendo que decir de vez en cuando algo como “Pues no sabíamos que era una boda/fiesta/romería, por eso bombardeamos… ¿Así que 100, eh? Sí que son muchos, igual hemos batido nuestro record”; Mr. Brown avisa de que, cuando te matan en la vida real, no hay vidas extra, como en los videojuegos o los simuladores, te dan una medallita, pero no puedes recogerla por motivos ontológicos obvios;
· la entrada (también, cada vez mayor) en las Fuerzas de Seguridad del Estado, que viene a ser como lo anterior, pero en defensa de la ley, que es el marco institucional de nuestros más graves problemas… la policía es la primera línea de defensa física del actual desorden de cosas, la incorporación de mujeres no feminiza a la policía, policializa (permítaseme el palabro) al sexo femenino, como en el caso de los militares;
· la presencia de mujeres en los consejos de administración empresariales y de las grandes organizaciones políticas, sindicales y religiosas que, según las y los feministas de salón, aún no es suficiente… Mr. Brown abomina de quienes gestionan vidas ajenas y no ve la gracia a la idea de rendir cuentas a una jefa; además, aprovecha para preguntar en voz alta de qué le sirve a dos millones y pico de paradas que haya ocho ministras con cromosomas XX;
· el tabaquismo femenino, que ha aparecido y crecido enormemente de la mano de esa idea de “¡Seamos como los hombres!” y gracias al cual conocéis toda su gama de delicias, desde un aliento repugnante y toda esa serie de desgracias en cuanto a calidad de vida y estética que acompañan al fumeteo, hasta las máximas probabilidades de los peores tipos de cáncer y enfermedades del aparato circulatorio, pasando por la pequeña contribución –de cara a quienes no fumamos– a hacer de este mundo un lugar un poco más maloliente, irrespirable e insalubre;
· el borrachismo femenino también prolifera y hay que lanzar también a las señoritas y señoras la pregunta: si hay toda una gama de cosas de las que beber sin llegar a cantidades psicoactivas, ¿por qué agotar vaso tras vaso, por qué “desinhibirse” hasta hacer cosas por las que nadie va a dar la cara cuando el pedo haya bajado, por qué beben (alcohol) personas que se-ponen-agresivas-cuando-beben(-alcohol)?
Vale, 699 palabras para decir que la llamada liberación de la mujer era una trampa, ¿aquí no se rescata nada bueno? ¿Eso son las mujeres de hoy día, mujeres del siglo XIX, pero que trabajan también fuera de casa, votan, fuman, se emborrachan los fines de semana y hasta se preparan oposiciones a la Guardia Civil? No, desde luego. Si he dicho que todo esto era “principalmente” una estafa, es porque creo que en algo sí habéis avanzado: en que queréis avanzar. Cada vez más, asumís con naturalidad que tenéis derechos, que no es justo que se os pongan limitaciones, que nadie tiene por qué despreciaros, que vuestro sitio está donde cada una lo encuentre y que no hay por qué comportarse “como una señora/ita” o “como Dios manda” si no es lo que a una le sale… de la libre voluntad.
He hecho trampa al decir que acabaría por el final. La verdad es que el final no está escrito, no existe (el futuro nunca existe) y esa es la parte buena de todo esto: que quien descubre que es capaz –mujer u hombre o indiferente– de hacer lo que le da la gana sin pasar por encima de nadie, lo hace y demuestra a los y las demás que se puede ser libre, y habla con ellos, comparten experiencias, conspiran juntos. Así se deja atrás todo complejo, toda dependencia, las parejas posesivas, policías y urnas y nos preparamos para que, algún día, el 8 de marzo sea sólo un día más que disfrutar. Entretanto, brilla todo el año lo que escribió un par de siglos atrás William Blake: “Ningún pájaro vuela demasiado alto si lo hace con sus propias alas”.