miércoles, 19 de marzo de 2014

Saber morir: últimas cartas antes de ser fusilado


Quizá el mayor reto en la vida sea saber vivir y, para ello, probablemente haga falta saber morir. Del libro La vie à en mourir. Lettres de fusillés (que también se publicó en traducción al castellano: Vivir a muerte. Las últimas cartas de los fusilados en los campos de concentración) me han impresionado muchas cosas, pero una por encima de todo. Me refiero a la serenidad lúcida con que muchos parecen afrontar su muerte y, en concreto, los casos de Fernand Zalkinow, que lo hizo a los 18 años, y Marcel Rayman, a los 20. El caso de Marcel Rayman es aún más chocante, ya que el joven, confrontado a la muerte, desborda vitalidad.
La traducción de Dánae Barral Hortet publicada por la editorial Barril Barral, dicho sea con el debido respeto y la debida humildad, no me convence, como tampoco otras decisiones editoriales –un subtítulo absurdo, pues muchos de ellos nunca fueron a campos de concentración, erratas de la edición original no corregidas, etc.–, por lo que me permito traducir a mi manera tanto el fragmento de Zalkinow, como la carta de Rayman y las reseñas biográficas, un tanto resumidas.

«Me parece que todo ha sido alegre en mi infancia, junto a vosotros. Habría estado muy bien vivir, amar. Me parece que nunca he sido tan joven como en este momento. Hoy hace sol y estoy muy contento.

(…)

Quizá toda la vida haya sido sólo un sueño. Nunca creí que la muerte fuera para Mí. Los demás podían morir, ¡yo, no! Y creo que aún no lo creo, tal vez es por eso por lo que soy tan valiente.

Los compañeros y yo no hemos sido cobardes. Lo que pasa es que es muy difícil, quienes no han pasado por esto no pueden saberlo. Sí que somos niños, unos y otros; nunca hemos pretendido ser héroes, no hay que pedirnos demasiado.

Hemos pedido como última gracia morir juntos; si nos la conceden, ya será mucho más fácil, somos capaces de morir sonriendo.»



Fernand Zalkinow (1923-1942), en la carta a su hermana mayor.

Peletero después de haber sido administrativo, militó en las Juventudes Comunistas desde el verano de 1940, en los Batallones de la Juventud (verano del 41) y fue miembro del comando que mató al aspirante de marina Alfons Moser en Barbès (París) y del que atacó a un suboficial alemán en el bulevar de Strasbourg, entre otras acciones. Fue detenido el 31-X-41 y fusilado el 9-III-42 con otros seis jóvenes resistentes. Su padre, Nojm, fue fusilado cinco meses más tarde y el resto de la familia, deportados a Auschwitz y Sobibor y gaseados.






«Mi querido Simon,



Cuento contigo para hacer por mí todo lo que yo no puedo hacer. Te mando un abrazo, te adoro, estoy contento, vive feliz, haz feliz a Mamá como habría querido hacerlo yo si hubiera vivido. Viva la vida hermosa y alegre, que todos tendréis. Avisa a mis amigos y camaradas de que les quiero a todos. No hagas caso si esta carta es alocada, es que no puedo quedarme serio.



Marcel»



Marcel Rayman (1923-1944), carta a su hermano Simon (1928-¿?).

Llegó de Polonia con sus padres en 1930, trabajó como tejedor y se unió a la MOI,  después a la Unión de la Juventud Judía y, en fin, a los FTP-MOI, hasta convertirse en responsable militar del Equipo Especial en el verano de 1943, una de cuyas acciones fue la ejecución del SS-Standartenführer Julius Ritter (28-IX-43). Figura en el famoso cartel rojo con la inscripción «13 atentados» y fue uno de los 22 fusilados en el monte Valérien el 21-II-44.

jueves, 6 de marzo de 2014

Informe de la guerra social en el estado español (6-III-14)

· Los sectores institucionalistas empiezan a tomar posiciones para las elecciones al parlamento europeo de mayo. El PP ha sido desbordado por la derecha (Vox) e IU, desestabilizada por Podemos, una candidatura mediática, más dirigida a l@s jóvenes y que intenta lanzar un populismo de izquierdas; pese a no tener proyección postelectoral, esta lista electoral podría tanto hacerle la competencia a IU como fusionarse con ella.

· L@s oprimid@s también empezamos a recuperar posiciones: por un lado, las luchas ya activas persisten y algunas cobran fuerza (véase la larguísima huelga en Panrico o la lucha contra la carestía del transporte público en Barcelona). Por otro, el patrimonio de lucha acumulado da frutos: l@s vecin@s del barrio burgalés de Gamonal -que los mayores de 25 recordamos por la lucha en torno al aparcamiento de la calle Eladio Perlado- han vuelto a dar una lección de unidad y coraje a las autoridades y el SAT, por su parte, ha aglutinado a su alrededor a muchos otros grupos para echar un gran pulso a las autoridades, con columnas de todo el estado que convergerán en Madrid sin intención de retirarse hasta conseguir sus objetivos.

· Al otro lado de la barricada, los elementos más lúcidos del sistema (véanse un par de ejemplos aquí o aquí) toman nota de la rabia que se va apoderando de la clase oprimida y del riesgo que esto implica para el estado de cosas que defienden, mientras otros intentan evitar que esto siente precedente. El tiempo dirá si son realmente capaces de impulsar el cambio de rumbo que quieren; el ejemplo de Ucrania quizá sea el más claro reflejo de sus temores: un malestar social que, sin ningún programa política en especial, degenera en caos y en la toma de las calles por una masa políticamente multiforme e incluso enfrentada.